El embellecimiento de macetas y elementos de cerámica requiere del uso de técnicas elaboradas que aporten a las creaciones un mayor atractivo visual. Una de las técnicas más utilizadas es, sin duda, el bruñido. Esta técnica, conocida desde tiempos ancestrales, sigue aplicándose hoy en día y confiere a las piezas de cerámica un brillo y aspecto mucho más cuidado y profesional.
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¿En qué consiste el bruñido?
El bruñido es una técnica que consiste en presionar una superficie de cerámica utilizando algún tipo de objeto liso con la intención de cerrar el poro de la arcilla y, con ello, conseguir que se vuelva impermeable. De esta forma, el elemento puede servir de contenedor y además le confiere un brillo muy atractivo a nivel visual.
El bruñido se utiliza de forma habitual para conseguir un acabado brillante en jarrones, macetas, jarras de arcilla y todo tipo de proyectos de cerámica que puedas imaginar. Agrega un brillo muy atractivo a la vez que le da a la pieza un aspecto pulido y agradable al tacto que aumenta su valor y su utilidad.
Qué objetos utilizar como bruñidores
Para aplicar la técnica del bruñido existen diferentes elementos que los ceramistas pueden utilizar. Cada profesional utiliza el objeto de bruñir con el que se siente más cómodo, ya que existen muchas opciones a tener en cuenta. Al alfareros que usan su propio dedo, aunque lo más frecuente es utilizar herramientas como un palo de madera, piedras, objetos de plástico, huesos o incluso semillas.
Estos objetos se pueden intercambiar y alternar durante el proceso de bruñido hasta que se consiga el efecto deseado sobre la pieza. También se pueden utilizar como bruñidores elementos como bolas de cristal o metal e incluso badanas o pellejas, pero siempre que no tengan angulaciones o resaltes.
En qué momento aplicar esta técnica
Una de las claves para que la aplicación de esta técnica resulte exitosa y efectiva sobre la pieza de cerámica es saber elegir el momento exacto para ello. Lo más recomendable es aplicar el bruñido cuando la pieza esté en estado de dureza de cuero, es decir, ni húmeda ni seca. Existen rezones para ello y que los artesanos suelen utilizar para justificar su argumento, como son:
- Si la pieza está recién hecha y tiene cierto nivel de humedad se puede deformar durante el proceso de bruñido por la manipulación y la presión que se necesita hacer de la misma.
- Si la pieza está totalmente seca es más propensa a resquebrajarse con la presión de las herramientas de bruñido, sobre todo si es una pieza de escaso grosor.
Por ello, en el momento de dureza de cuero la pieza no está ni blanda para ser deformada ni frágil como para que se quiebre durante el proceso.
Cómo realizar la cocción después del bruñido
Después del bruñido es necesario cocer la pieza de cerámica para finalizar con todo el proceso. Los expertos recomiendan cocer la pieza a menos de 1000 grados si deseamos mantener el brillo conseguido con el bruñido después de la cocción. Si el barro es de alta temperatura se puede cocer a más temperatura, pero hay que ser conscientes de que el brillo será más difícil de mantener. En cualquier caso, el bruñido seguirá intacto y la pieza mantendrá cerrados los poros de la arcilla.
Como se puede apreciar, el bruñido es un proceso complejo que requiere de la experiencia y los conocimientos de los alfareros con más experiencia. Una técnica muy utilizada y que permite crear piezas de cerámica de gran belleza demandadas por todo tipo de hogares en nuestro país y en el resto del mundo.